23 de enero de 2010

Necesitaba verlo nuevamente, pero como una droga: por el momento estaba satisfecha, no quería pedir más, no quería tener una sobredosis (ni pecar de gula, en todo caso). Eso es alejo: una droga. Necesito, me da. Necesito, no esta. ¿Qué hago? Necesito. ¿Y qué más? Necesito. Necesito. Abstinencia: crisis de llanto, electricidad, me muero. (acto fallido: escribí "muero" en vez de "duermo"). Aclaro, no pienso eliminar mis fallidos, que son más interesantes que mi historia y que cualquier cosa que mi conciencia pueda recordar. Entonces, mi inconsciente me dice que me muero, probablemente sea cierto. Y cuando esto casi dentro del sarcófago (porque mínimo quiero morir y que me entierren al mejor estilo faraón egipcio), Alejo vuelve y me da. Y me calmo y vuelvo a respirar y vuelvo a vivir. Me da lo que necesito: un llamado, un mensaje de texto, unas palabras sin sentido, o una patada en los testículos, en caso de que tubiera un par. ¿Lo que necesito? Me da lo que quiere darme, sabiendo que voy a aceptar cualquier limosna que venga del rey que le hice creer que es. Y entonces desaparece, y lo necesito y no está, y no vuelve. Necesito y la abstinencia de nuevo y la electricidad y me duermo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario