1 de febrero de 2010

Me besaba. Mis manos, mis brazos, el cuello, las mejillas se llenaban de sus caricias, poniéndome la piel de gallina, mientras me decía que me quería, que yo era especial en su vida, que era bella, perfecta, aun gorda con cortes. Sus besos me emborrachaban, sentía que al fin había encontrado al amor de mi vida y era estar a su lado y amarlo con devoción.

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